Articulo inv. (María De La Luz)
Artículos filosóficos con un toque más allá de
lo que podemos leer.
se
centra en lo que podemos llegar a captar e interpretar a través de escuchar o leer, destacando a varios autores con interesantes e importantes artículos.
La fecundidad de lo bello: ¿por qué resulta tan fértil humanamente la belleza? Javier Barraca Mairal
LA FECUNDIDAD DE LO BELLO:
¿POR QUÉ RESULTA
TAN FÉRTIL HUMANAMENTE LA BELLEZA?
Introducción
Existen muy diversas reflexiones que exploran cómo la Estética y el Arte en general pueden cooperar, con una enorme
fecundidad, a la dicha y a la formación humana
integral, Ahora bien, en este
lugar, lo que se pretende radica, específicamente, en centrar la atención en la fertilidad madurativa que
posee la belleza, esa categoría estética concreta que convive junto a otras (como la originalidad, la expresividad, la
elegancia, la gracia, la creatividad,
lo sublime, etc.). Esto es, pretendemos examinar por qué la relación con la
belleza puede colaborar a nuestro
desarrollo completo, a nuestra maduración humana, a nuestro aprendizaje vital en un sentido profundo.
Además, advertimos que nos ocuparemos, fundamentalmente,
de lo bello; esto es, de las realidades bellas, antes que de la belleza en general o
en abstracto. Por otra parte,
combinaremos.
Comento
un poco más allá de este tema tan bonito, pero a veces tan doloroso al comentar
para una parte de la sociedad, donde se busca de
un físico y se busca un número o un porcentaje de belleza física, pero olvidamos la belleza del alma, integridad y dignidad.
La ética
en Aristóteles
Aristóteles
nos habla de una concepción del bien, de la virtud y de la educación. Para él,
lo importante es formar hombres
cultos y moralmente buenos; teniendo
en cuenta que el educador tiene una labor importante en el
proceso y educación ética es el presupuesto histórico
desde que Aristóteles emprende su indagación de la acción humana.
El
hombre debe tener una finalidad propia y exclusiva; pero también es importante
saber que ética no es una ciencia exacta como las matemáticas que la ética es algo que va de acuerdo a la personalidad la honestidad el
respecto y los valores que tenemos
como seres humanos y que en muchos
casos varia porque no todos
piensa de la misma manera.
Aristóteles
nos dice que La ética, tiene como objetivo alcanzar el fin propio del hombre al que se dirigen
todas las actividades humanas, es decir, la felicidad.
Cuando
se alcanza a obtener todos los fines o
las necesidades que se necesitan satisfacer, mientras esto no esté cubierto el hombre no podrá ser del todo
feliz y se verá estropeada su ética.
Sabemos que a lo largo de nuestra vida nos vamos
forjando una forma de ser, un carácter a través
de nuestras acciones,
así mismo Aristóteles procede al análisis de la acción humana,
determinando
que hay tres aspectos fundamentales que intervienen en ella: la volición, la deliberación y la decisión. Es decir, que, si queremos algo, deliberamos sobre
la mejor manera de conseguirlo y
tomamos una decisión acerca de la acción de debemos emprender para alcanzar el fin propuesto y es lo que cada ser humano por su forma de ver
y ser debe orientar su vida hacia
el bien o el mal porque cada uno es libre de hacer lo que le guste o no y
escoger lo que mejor le parezca y a determinar los fines que le son propios.
Sabemos
que somos libres para conseguir lo
que por naturaleza deseamos, y sobre la responsabilidad
de la decisión acerca de la conducta que hemos de adoptar para conseguirlo. Para Aristóteles
el educador tiene un papel fundamental que realizar ya que es el encargado de fomentar valores desde su rol de
educador para establecer de esta forma en los individuos conductas, reglas, personas cultas
que se deben educar para conseguir
hombres que tengan claridad de lo que
es el bien y el mal para que
de esta manera puedan llegar a ser hombres que
le puedan servir a la sociedad.
2. Explicación de un video relacionado con el tema
Según el video Kant nos habla de una moral humana que somos dueños de nuestras acciones ya que la moral es una doctrina y está
relacionada con las cosas que hacemos y que deseamos hacer así muchas veces estas acciones no nos salga como
esperamos y nos enfrentamos a cosas o
situaciones en cierto modo para los demás y para nosotros mismos que no son
buenas acciones pero que son las circunstancias que muchas veces nos juega la vida.
En
muchas ocasiones nos colocamos a pensar en que es lo que estamos haciendo y
porque no nos da los resultados
esperado si no todo lo opuesto sabiendo que estos factores son los que nos encontramos a diario pues como seres
humanos tenemos la buena voluntad moral sobre
los imperativos para llevar un orden imperativo de las acciones que
hacemos a diario y nos condicionamos
en todo momento a llevar una rutina diaria es como cuando en ocasiones nosotros organizamos un programa de las
actividades que vamos a realizar en el día y por cualquier circunstancia no lo podemos
llevar a cabo.
Hablamos
con la verdad y deseamos que todos y todas las personas con las que
interactuamos y convivimos hagan lo
mismo para poder llevar una moral adecuada por que la mentira no es algo buenamente moral y nos trae
prejuicios.
ESTUDIO DE CASO
Es
lunes y el reloj marca las 4:00 AM, María C. Palencia debe levantarse para
alistar el desayuno de sus tres
pequeños hijos y su almuerzo. Ella es una humilde trabajadora, madre soltera, que trata de sacar adelante
a su familia.
María
C. actualmente se desempeña como cajera en un banco de la capital; en donde,
lleva laborando tres años sin ningún inconveniente o más bien el único inconveniente, por ahora, es
que
su compañero de caja, Carlos Velasco, tiene dos semanas de estar desaparecido
ni su familia conoce
su paradero.
Así,
trasciende la semana de María C. cuando de repente al salir de su trabajo es
abordada por una mujer que dice
conocerla y tenerle una noticia sobre su marido, al ver esto ella accede de inmediato. Esa extraña mujer la invita a
tomar un café. En ese lugar, a María C. se le informa que ha sido contactada por una oficina de fleteros y sicarios a
sueldo y que si no quiere correr el
riesgo de perder su familia o en caso extremo pasarle lo mismo que le acaeció a
su amigo Carlos Velasco, quien
decidió no trabajar más para ellos y los denunció ante el GAULA, lo mejor es que trabaje para ellos marcando con
un liquido especial y un sistema de mensajería en clave aquellas personas que realicen grandes retiros del banco; para luego ellos enviar
a motorizados y robarles el dinero a esas personas.
Esta
situación la viven a diario muchas personas que son abordadas por bandas
criminales para que les sirvan y luego
si se retiran de sus
servicios son desaparecidos.
En este estudio de caso, planteamos lo siguiente:
1-¿Qué
haría en caso tal, que sea abordado en su empresa o trabajo para que colaborase
para una banda de fleteros dando
información sobre sus clientes y sus retiros?
La verdad es una situación bastante difícil pero no prestaría para una
cosa de esa lo que yo haría es pedir ayuda a las autoridades con mucha prudencia ya que las personas que tiene sus platica en el banco lo hacen con
muchos esfuerzos y no hay nada que justifique que vengan unos delincuentes a quedarse con el trabajo
de otros.
En
mi vida diaria y familiar la lectura está muy ligada ya que deseamos tener una
buena autorrealización en lo que son
bienes materiales como por ejemplo deseamos tener una buena casa un carro, moto, realizarnos como
profesionales, para tener una vida mejor, todo lo que sean bienes,
que es lo que en un momento
determinado nos da felicidad así sea en el instante.
En
cuanto a la ética moral todo el tiempo nos están diciendo nuestros padres
abuelos tíos y de generación en
generación lo mismo cuidado con las cosas que hace o dice a cuerdense que ya están grandecitos y saben que es lo bueno
y lo malo, y en determinadas situaciones nos
dedicamos hacer acciones pensando que son buenas para nosotros pero
malas, según la forma de ver los demás porque no siempre
las acciones nos salen como pensamos o las planeamos.
Lo
moral que nos enseñaron y enseñamos según lo
religioso somos criados bajo unos criterios
morales y con costumbres de una religión determinada y es allí bajo ese
régimen donde nos juzgan las acciones
que hagamos buena o malas, y si cambiamos de religión estamos acabando los valores molares
que nos han venido
enseñando tanto el estado el gobierno y la familia.
Somos
criados en una familia donde nos enseñan a temer a un dios sea cual sea según
la religión ala que nos hayan acostumbrados sentimos miedos tristezas y
en ocasiones culpas por estas creencias con las cuales hemos sido criados.
Pretendo
analizar en el presente artículo algunos elementos fundamentales de la
reflexión de Hannah Arendt sobre la
acción política como base fenoménica original de la libertad, buscando poner en evidencia la forma en que la
relevancia de esta politización de la libertad o de esta coincidencia entre libertad y acción reside en la tarea de
recuperación de su dimensión genuinamente
pública y mundana, en contraposición a las fuertes tendencias apolíticas y
anti- pluralistas de las reflexiones
metafísica y liberal que promovieron un profundo divorcio entre libertad y política.
Hannah
Arendt emprendió una analítica fenomenológica de la acción política como
dominio de experiencia de la
libertad y, simultáneamente, investigó la libertad en cuanto “razón de ser de la política”. Tal emprendimiento
interpretativo exige una reconsideración crítica de la noción metafísica y liberal de la libertad como
algo interior, privado y apolítico fundado en la relación de intimidad de la conciencia consigo
mismo o en el ámbito de las actividades privadas de los individuos con libertad económica. Se trata de recuperar
la experiencia de la libertad a partir de la esfera pública o política,
instaurada y mantenida por las interacciones humanas o por la acción conjunta de los hombres. La
tradición filosófico-política del pensamiento occidental condujo la experiencia de la libertad fuera del ámbito de la
interacción humana en la esfera pública
y para dentro de la relación del espíritu consigo mismo en la esfera interna de
la voluntad y del pensamiento o de
las relaciones de intercambios económicos entre propietarios privados. Se trata de poner en evidencia que el problema
de la libertad surge originariamente a partir de la política, o sea, del ámbito intermediario de
relacionamiento y distinción instaurado
entre los hombres por medio de
sus interacciones e intereses comunes.
2. Libertad
de la política
Para
decir con Arendt: “Nuestra tradición filosófica sostiene casi únicamente que la
libertad comienza donde los hombres
dejaron el ámbito de la vida política, habitado por la mayoría, y que no es experimentada en asociación con
otras personas, sino en la relación con el propio yo1”. Justamente por esa razón la libertad fue una de las
últimas cuestiones tematizadas por la tradición metafísica occidental que, volviendo sobre ese problema, terminó reduciendo la
libertad
al dominio interno del sujeto o del individuo, a través de la noción de “libre
arbitrio” y “voluntad”.
La
libertad fue pensada por la tradición filosófica como una propiedad de la
voluntad y de la razón, o sea, su
dominio de experiencia residiría en el acto cognitivo del intelecto y en el
orden de la voluntad que lleva a
cabo su decisión. La tradición cristiana consolidó la reflexión sobre la libertad a partir del ámbito de la
interioridad, o sea, a
partir de un espacio interno
en el cual
los
hombres se sentían “libres” en la medida en que podrían refugiarse de un mundo
hostil e inhóspito en el cual no
tenían lugar reconocido y garantizado por la pluralidad humana. La libertad
fue concebida como algo que sólo respeta al propio individuo y que sólo concierne al
individuo, perdiendo así toda significación pública y,
consecuentemente, su sentido político. El sujeto
se retira del mundo público en cuanto algo que aparece directamente entre
iguales por medio de la acción y
del habla, con el fin de resguardarse al abrigo de la interioridad en que la libertad es ejercida en la más completa
soledad, a través del libre arbitrio, sin ninguna relación con la
acción política.
Tal
distanciamiento estratégico del mundo público y de la pluralidad humana en
dirección al dominio interno de la
conciencia o de la individualidad aparece en diferentes momentos del pensamiento metafísico, yendo de la
antigüedad tardía, con la “libertad interior” de Epicteto y la conversión (epistrophé) religiosa
característica del platonismo cristiano, hasta las modernas teorías liberales, como la de John Stuart
Mill. Y será justamente el “liberalismo” uno de los interlocutores privilegiados de ese debate, porque la concepción
liberal de la política, a pesar del
nombre, amplió el abismo entre liberta y política, al defender la tesis de que
cuanto menos política, más
libertad. Esa clásica posición liberal vincula “libertad” con “garantía de
seguridad a los individuos”,
atribuyendo a la política ese deber y liberando a los hombres para las actividades realizadas fuera del ámbito
político. Para el liberalismo, la esfera política debe garantizarnos una posible libertad en relación a la política. La
noción de libertad que emerge de las
prácticas liberales equivale al libre arbitrio de cada individuo. Así, la
representación política de una
sociedad debería liberar a sus ciudadanos para actividades diferentes, que no implicasen necesariamente acciones
políticas. Arendt señala el abismo entre libertad y política que resuena en la máxima liberal: cuanto
menos política, más libertad.
Las
democracias liberales representativas restringen la libertad política al mínimo
instante del voto. La actividad
política, para el liberalismo, debe respetar las actividades privadas de los individuos o la libertad económica de los
propietarios privados, dejando que hagan las reglas y las normas de sus prácticas. En esa distinción liberal, la
libertad es pensada como “libertad en relación
a la política”, destinada exclusivamente al crecimiento y desarrollo económico privado, promoviendo una apatía política
que se sigue del proceso de aislamiento de los
ciudadanos y de la masificación de los individuos, incrementado por el
imperialismo económico, aumentando el
empleo de la violencia para la resolución de conflictos, la multiplicación de las minorías, etc.
Vivimos
hoy un fuerte colapso del mundo común. El término “colapso” significa caída, desmoronamiento, ruina, tener un corte de
energía o una interrupción de vigor. Decimos que alguien sufrió un “colapso cuando fue víctima de un
desfallecimiento, una profunda postración (física o mental) que se sigue de
una disminución súbita en
el estado físico
general o en el
autocontrol.
La expresión “colapso del mundo” significa, entonces, la profunda disminución
del vigor del mundo público y
humano, una ruptura en la plena pertenencia del hombre al mundo público, o un caída de la fuerza que el
mundo tiene para congregar a los hombres y distinguirlos
unos de otros en cuanto seres que actúan y hablan. El mundo común es, para Arendt, la esfera pública que permite a la
libertad aparecer concretamente como una realidad tangible, porque unifica y distingue os hombres más allá de los
intereses privados y de las necesidades
de la vida natural. El colapso del mundo significa que el espacio público
perdió la fuerza de juntar,
relacionar y distinguir a los hombres. Estos ya no poseen un interés en un mundo común y no están
ya separado y relacionados por él. El ejercicio
democrático radical de
la
política está a punto de desaparecer en la sociedades de masas y mercado. En
las democracias realmente existentes,
la política está obscurecida por la despolitización tecnocrática, en función de la burocratización del creciente
empleo de la violencia por parte del
Estado, y, en fin, por el creciente proceso de privatización del espacio
público, transformado en esfera
social de intercambios económicos de una sociedad que reduce a los hombres a la función de trabajadores y consumidores.
Por
lo tanto, la investigación crítica sobre el totalitarismo de derecha y de
izquierda no llevaron a Arendt,
como esperaba la ideología de la Guerra Fría, a adherir al liberalismo
político, considerándolo como la
única alternativa política viable que nos restaría frente a la catástrofe totalitaria. Esa posición sorprendió, porque era
unánime la comprensión de que fue justamente la politización totalitaria de
todas las esferas de la sociedad, la destrucción del espacio privado y de la posibilidad de liberarse de las
injerencias de la política que destruyó todo
y cualquier vestigio de libertad. Fue esa suposición previa que hizo que se
haya esperado la asociación inmediata
de la autora a las tendencias liberales, sorprendiendo a todos su crítica radical del Estado de bienestar social y
su esfuerzo por revelar que la democracia representativa,
fundada en el sistema parlamentar de partidos políticos, transformó la política en administración burocrática de las
necesidades sociales y el espacio público en un mercado de intercambios económicos. Arendt
sorprendió también a los defensores de los “pueblos
libres” y de los “mercados abiertos” cuando consideró
que existen elementos
característicos de los
movimientos totalitarios en todas las sociedades libres, tales como la apatía
política, el aislamiento de los
ciudadanos, el carácter superfluo de los hombres, la irresponsabilidad y la indiferencia con relación al mundo público
y el obscurecimiento de la acción y del discurso, entre muchas otras. Se trata de un rechazo de la distinción
liberal entre libertad y política, según
la cual cuanto menor sea el espacio destinado a la política mayor será el
espacio de la libertad. En esa
distinción, la libertad es pensada como libertad en relación al ejercicio
político activo, destinado
exclusivamente al crecimiento y el desarrollo económico privado. El Estado moderno se tornó una asociación de
propietarios, cuya función primordial es preservar la propiedad privada y crear condiciones para la acumulación de más
riqueza. Sólo cuando la riqueza se
transformó en capital para generar más capital que la propiedad privada igualó
la permanencia inherente al mundo
público. Pero su “permanencia” es de otra naturaleza: se trata de un proceso continuo de acumulación para satisfacer el
consumo y no una estructura estable.
Arendt acusa a la democracia liberal de haber transformado el ejercicio plural
de la política en administración burocratizada
de los intereses vitales de la sociedad, expresados en los únicos intereses del hombre concebido como “animal
laborans”, sean cuales sean: producir y
consumir. La actividad política, para el liberalismo, debe respetar las
actividades privadas de los
individuos o la libertad económica de los propietarios privados, dejando que
hagan sus reglas y las normas de sus
prácticas. Así, la libertad está separada de la acción política, porque esta tiene apenas la función de garantizar
la seguridad y arbitrar los conflictos de la sociedad civil. La verdadera libertad no reside en la política, sino en
poder liberarse de la política, dado que
toda acción política está al servicio de las garantías que confieren al
individuo la libertad económica
(trabajo, propiedad y sobrevivencia) y la libertad de conciencia. Se trata,
así, de una neutralización de la acción política, porque, a fin de
cuentas, como dice la insigne afirmación de John Stuart Mill: “ninguna persona pretende que las acciones
deban ser tan libres como las opiniones”.
En su ensayo “Sobre la revolución”, Arendt considera que esa tradición
confundió constantemente libertad con
liberación, pero si estar liberado de la opresión es condición necesaria
para el ejercicio de la libertad, no constituye su condición suficiente. No basta que
estemos
liberados para ser políticamente libres. Arendt considera que los hombres son
libres en cuanto actúan, ni antes ni
después; porque ser libre y actuar son una
sola cosa.
La
separación entre libertad y política está enraizada en una larga tradición que
remonta al desencanto de Platón con
la polis y su intento de neutralización de la acción. Según Arendt, la posición de la tradición iniciada por
Platón se deja formular a partir de los términos de la siguiente pregunta: ¿Para qué sirve la política? La vida
política fue concebida como si tuviese un
fin más elevado que sí misma. Platón y Aristóteles pensaban que la política
debería ser organizada de tal forma
que la filosofía – el cuidado con la verdad y las cosas eternas – fuese posible. Más tarde, el cristianismo
consideró que la política debe ser organizada de tal forma que el hombre y su alma puedan estar
ciertos de la salvación eterna. Y más tarde todavía, los contractualistas modernos, que hicieron de la política algo
fabricado artificialmente, se preguntaron
para qué sirve la política y colocaron los asuntos humanos al servicio de algún principio extra-político; como Hobbes, por
ejemplo, para quien la política debe ser instituida para asegurar una existencia pacífica y prevenir la muerte
violenta. Como dice Arendt: “Esa tradición,
lejos de englobar y conceptualizar todas las experiencias políticas de la
humanidad occidental, es producto de
una constelación histórica específica: el juicio de Sócrates y el conflicto entre el filósofo y la polis.
Después de haber eliminado muchas de las experiencias de un pasado anterior que eran
irrelevantes para sus finalidades
políticas, prosiguió hasta
el fin,
en la obra de Karl Marx, de
modo altamente selectivo2”.
La
filosofía política tradicional se dio a la tarea de encontrar los fundamentos
teóricos y los medios prácticos que
permitiesen al hombre librarse enteramente de las consecuencias imprevisibles de la pluralidad, o
subordinar completamente la accidentalidad y la fragilidad de la política a algún principio exterior a
sí misma. La “filosofía política” se definirá como la búsqueda de protección contra las “calamidades de la acción”, a
través de la emancipación de alguna
actividad supuestamente superior a la política propiamente dicha; lo que acaba degradando la dignidad propia de la acción
o transformándola en medio para fines: ya sea en la antigüedad la seguridad del modo de vida contemplativo, ya
sea en la era medieval la salvación del
alma, ya sea en la modernidad el progreso de las fuerzas productivas de la sociedad. Se trata de una tentativa de
acusar, a la libertad inherente a la iniciativa de actuar y hablar, de llevar al hombre a la necesidad
y a la violencia, porque el comienzo espontáneo de algo nuevo incide siempre sobre una tela pre-existente de relaciones
humanas que arrastra al agente para
la experiencia de la pluralidad, frente a la cual no es el señor absoluto que
lo que hace, ni el maestro de las
circunstancias, ni muchos menos el mentor único de las consecuencias del proceso iniciado por su acción. Para la
tradición occidental del pensamiento político,
iniciada con Platón, la única salida para salvarse de la libertad y de la
pluralidad constitutivas de la vida
política parece ser la máxima abstención posible de toda la esfera de los negocios humanos. Sólo así estaría
salvaguardada la integridad, la libertad y la soberanía del “Hombre”. Esa tradición concluye que sólo habrá soberanía,
si el soberano es aquel cuyo modo de
vida está íntimamente vinculado a una dimensión en sí misma apolítica. Pero Arendt observa que la equivalencia entre
“soberanía” y “libertad” contradice la condición humana de la pluralidad, porque vincula la libertad
a la “auto-referencia” y el “auto-dominio”. “Ningún hombre puede ser el soberano, porque la Tierra no está habitada
por un hombre, sino por los hombres –
y no, como sospecha la tradición desde Platón, porque la fuerza limitada del hombre lo
haga depender del auxilio de los otros3”.
En este sentido, nuestra venerable
tradición
no nos auxilia en la comprensión del sentido político de la libertad y de esta
como el sentido de la política,
porque su concepción de la libertad siempre realizó una búsqueda de fundamentos teóricos y medios prácticos
que expresan una profunda rebelión contra el “lado público del mundo4”, substituyendo la fragilidad inherente a las
iniciativas de actuar y hablar y neutralizando
su principal condición mundana: la pluralidad humana.